miércoles, 3 de noviembre de 2010

De la facultad al albergue

La mayoría de voluntarios sociales de Madrid son universitarios

Rocío Torres/ El 24 % del tejido solidario de la Comunidad de Madrid está formado por el voluntariado juvenil y estudiantil. Hablamos, por tanto, de alrededor de 36.000 jóvenes entre las más de 150.000 personas que colaboran desinteresadamente con distintas asociaciones de la región, según el último estudio de la Dirección General de Voluntariado y promoción Social de Madrid.
Después se sitúan las amas de casa (17%) y los jubilados (11%). El profesorado madrileño también parece estar preocupado en ayudar a los demás; el 28% colabora, o alguna vez ha colaborado, con alguna asociación u ONG benéfica.

‹‹ El 24% del tejido solidario
madrileño está formado por
universitarios ››

Los voluntariados con más éxito entre los estudiantes madrileños son los relacionados con menores, ya sean inmigrantes, discapacitados, o niños con dificultades en el aprendizaje, seguido de la colaboración en albergues con personas sin hogar y del acompañamiento a mayores que viven solos.
En cuanto al perfil del voluntario, hay que decir que predominan las mujeres (cerca de un 73%), en un segmento de edad comprendido entre los 19 y los 25 años (24%); la mayor parte universitarias.
Lo que sí le sorprende a la Dirección General de Voluntariado y Promoción Social es que cada vez son más jóvenes los interesados en poner su granito de arena. "Chicos y chicas entre 13 y 14 años -cuentan a Tribuna Solidaria- son los que últimamente más llaman para, al menos, informarse de las posibilidades que hay en la Comunidad en lo que a voluntariado social se refiere".

Un ejemplo de solidaridad
Entre ese porcentaje de voluntarias universitarias está María. A sus 22 años, esta estudiante de quinto de Periodismo en la Universidad Complutense de Madrid, dedica parte de sus fines de semana a estar con “Kitin”, un joven de su misma edad con discapacidad intelectual. Un parto con complicaciones le dañó el cerebro, quedando afectada su movilidad y el habla. Es la Fundación ANDE la que se preocupa diariamente del bienestar y de la integración social de “Kitin” y de otras personas con discapacidad psíquica. Nos cuenta María que ANDE –hoy repartida por toda la geografía nacional- es un gran equipo de profesionales que no sólo cubren las necesidades básicas de los disminuidos, sino que además organizan para los residentes todo tipo de talleres, juegos, ejercicios deportivos, viajes,… que comparten con el personal de la Fundación.

‹‹ La Fundación ANDE se preocupa de la
calidad de vida y de la integración
social de discapacitados psíquicos ››

Los fines de semana los chicos tienen unas horas de tiempo libre para poder salir. Normalmente los familiares van a la residencia a visitarles o les recogen para pasar esos dos días en casa. El problema es que los padres de “Kitin” son muy mayores y necesitan que alguien salga con él a pasear y les ayude a la hora de poder ver a su hijo llevándolo a casa.

“El sábado paseamos por un parque que hay al lado de la residencia y por los alrededores y el domingo vamos a su casa para que coma con sus padres”, nos dice María. Pero donde más disfruta “Kitin” es en el Jardín Botánico de Atocha, también le encanta observar a la gente y cuando ve a un niño le entra una graciosísima risa descontrolada.
Lo que más le gusta a María de “Kitin” es que siempre está riendo y continuamente le está robando sonrisas. Además, según nos cuenta esta universitaria “es una satisfacción enorme llegar a su casa y que los padres te abracen como si fueras su hija y ver cómo te lo agradecen”.

‹‹ Cuenta la voluntaria que “es una satisfacción
enorme ver cómo te lo agradecen.
A veces me he visto realmente apurada
pero nunca me he planteado abandonar” ››

Lo más delicado es el regreso a la residencia, cuando se tiene que marchar de casa y despedir de sus padres. No quiere entrar a la residencia, ni quiere montarse en el autobús, incluso ha habido veces que se ha tirado al suelo y se ha puesto a gritar. “En estos momentos -nos recomienda María- lo mejor es mantener la calma”. Nos cuenta además que “algunas veces me he visto realmente apurada por sus gritos y pataletas en la calle, pero nunca me he planteado abandonar”.
María lleva algo más de dos años con “Kitin” y está asombrada de la buena evolución que está teniendo. Antes no hablaba nada y ahora ha aprendido a decir palabras como `hola´, `adiós´, `autobús´, `allí´ y algunos nombres de personas. Además, asegura esta universitaria que está siendo una experiencia muy gratificante y que si sus circunstancias académicas se lo permiten piensa seguir compartiendo sonrisas con “Kitin”.

Viaje “fin de carrera” especial
Somos muchos los universitarios que sabemos que sí se puede hacer algo. Como algunos de nuestros compañeros de la Universidad de Navarra. Más de 6.000 estudiantes han estado inmersos en el proyecto “Un fin solidario” de UAS (Universitarios por la Acción Social). En esta Asociación de voluntariado universitario hay diferentes campos para poder ser voluntario. En función de sus gustos y disponibilidad, los universitarios pueden elegir colaborar con enfermos hospitalizados, discapacitados, presos, apoyo escolar, mayores, personas sin hogar y voluntariado puntual. Además, muchos de ellos -que el año pasado terminaron la carrera- decidieron dedicar su viaje a la cooperación, su destino fue un hospital de El Congo.









¿Te plantearías hacer un voluntariado en tu tiempo libre?


¿Y tú?. Deja tu comentario.

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