viernes, 5 de noviembre de 2010

La solidaridad del famoso

Javier Calderero/ Hace dos domingos salía en “El País” un reportaje llamado “¿Famosos con causa?”. En él se ponían sobre la mesa las relaciones que se han ido estableciendo entre actores, cantantes, modelos o deportistas con diferentes campañas humanitarias. Sobre el verdadero fondo de esta celebrity diplomacy (diplomacia de los famosos) versan los últimos párrafos del artículo, y es que, ¿verdaderamente tienen conciencia social o es pura imagen?

No creo en la total perversión del ser humano y que estas campañas sean sólo circos mediáticos orquestados por inteligentes managers ávidos de conseguir un contrato multimillonario para sus representados. Personajes como Angelina Jolie o el cantante de U2, Bono, son dos ejemplos de un constante activismo y no puedo imaginar que todo lo que hacen sea a partir de un guión. La motivación que les ha llevado a realizar ese tipo de acciones no será muy distinta de la que ha podido tener cualquier persona anónima para prestar su ayuda a una ONG.

Angelina Jolie. Fotografía: elmundo.es


Toda la atención que consiguen captar de los medios con su simple presencia es impresionante, pero el problema surge cuando la causa queda eclipsada por el famoso. No debemos olvidar que si ese actor o ese deportista está allí, es para luchar contra la explotación infantil o la malaria, y que hay mucho trabajo detrás para obtener simplemente un titular sensacionalista. Se han convertido en auténticas marcas.

Lo que queda claro es que con este tipo de relaciones todos salen ganando. Tanto ONG, famosos, como por su puesto, aquellos a los que va destinada la acción social. De hecho, realmente en quien deberíamos estar pensando es en estos últimos. A mí me da igual que porque George Clooney organice un maratón para recaudar fondos para la reconstrucción de Haití, consiga un papel en una película. Realmente lo que importa es que ese dinero llegue a su destino y cumpla su objetivo, que es ayudar.

No puede considerarse ilícito que una celebrity, al decidir luchar por una causa en concreto, tenga, aunque sólo sea en lo más profundo de su ser, una motivación egoísta. Es lo que Carlo M. Cipolla en “Las leyes fundamentales de la estupidez humana”, definiría como una persona inteligente, ya que la acción que ha llevado a cabo le reporta una ganancia, pero como consecuencia de ello también otro grupo de personas sale beneficiado.

En definitiva, toda ayuda es poca. Y que una persona con gran proyección social decida ofrecer parte de su tiempo y su dinero siempre es algo positivo. No debemos pensar en lo que pueden sacar ellos, sino en lo que eso le reporta a la sociedad.


Para ver el artículo del país pinche aquí: http://www.elpais.com/articulo/portada/Famosos/causa/elpepusoceps/20101024elpepspor_6/Tes

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