miércoles, 8 de diciembre de 2010

Contra la explotación infantil: los trabajadores de las manos pequeñas

Aroa Fernández/ Sus manos son pequeñas, sus dedos se deslizan con mayor facilidad y se amoldan al tejido que deben trabajar. Aprenden rápido y consiguen acabados perfectos. Montan y desmontan sin parar sin la voz suficiente para reivindicar unos derechos que desconocen. Esta es la situación a la que se enfrentan cada día unos 215 millones de niños en todo el mundo, de los cuales 115 millones lo hacen en las peores condiciones: largas jornadas laborables, abusos, vejaciones y un sinfín de precariedades que los convierte en esclavos.
Las legislaciones se recrudecen y nadie duda de la ilegalidad de esta práctica. Sin embargo, lejos de erradicarse, la explotación laboral infantil sigue en aumento. En numerosos países del Tercer Mundo los más pequeños viven esclavizados en canteras, en el campo o en el servicio doméstico, y sobre todo son utilizados para trabajos en los que se precisa esas manos pequeñas e inocentes como son la elaboración de alfombras, material y calzado deportivo, equipamiento quirúrgico, pañuelos de seda, cigarillos “beedies” (especialmente en la India), joyería o artículos de piel.
Aunque cada uno de los tipos de explotación infantil es preocupante, quizás el más peligroso es el reclutamiento de niños soldados para los conflictos bélicos. Su “ignorancia” los convierte en pequeños hombres valientes que salen al campo de batalla sin dudar. Adoctrinados para combatir frente al enemigo, la mayoría fallecen utilizando como juguete una ametralladora.
Las cifras resultan escalofriantes y hablan por si solas:
- Las regiones de Asia y el Pacífico poseen la cifra más elevada de niños de entre los 5 y los 14 años que trabajan: 127, 3 millones, lo que supone el 19 % de la población infantil de la zona.
- África subsahariana es otro de los lugares del planeta donde los más pequeños sufren este tipo de abusos, casi uno de cada tres menores de 15 años trabajan para sobrevivir.
- En Latinoamérica y el Caribe son alrededor de 17,4 millones los niños explotados laboralmente.
Estos son sólo algunos ejemplos. Aún así, la solución no se presenta fácil debido a que el salario de estos niños representa un importante porcentaje de la balanza de pagos de muchos de estos países del Tercer Mundo. Aunque está claro que los primeros pasos se deben de dar a través de la educación, la forma de hacerlo es más que complicada. Conseguir la educación primaria universal es uno de los objetivos del Milenio acordados por 192 países miembros de Naciones Unidas y fijados para cumplirse en el año 2015. La escolarización es fundamental para combatir el trabajo infantil y dar una oportunidad de futuro a esos niños encerrados en hábitos adultos. Un compromiso que llevará tiempo, miles de reuniones, estrategias y acuerdos entre unos y otros; lejos de los verdaderos perjudicados. Ellos tienen suficiente con aguantar otro día más en esta vida que les ha tocado; “los nadies, los hijos de nadie, los dueños de nada…”, como dice Eduardo Galeano.

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