Mamen Hidalgo/ Chema Caballero llegó a Sierra Leona en 1992 con la intención de ofrecer su ayuda en la promoción de los Derechos Humanos. Siete años después asumió la dirección del programa de rehabilitación de soldados de los Misioneros Javerianos en el centro St.Michael; tratando la integración de los niños a través del deporte.
PREGUNTA.- En la vida todo pasa por un momento concreto, una idea que pasa por la cabeza y que provoca una determinada actitud. ¿Cuál fue ese momento en la vida de Chema Caballero? ¿En qué instante pensó que su vida debía estar dedicada a los demás?
RESPUESTA.- Es un momento que se puede delimitar en el tiempo, es una búsqueda de sentido de la vida y de descubrir la desigualdad de nuestra sociedad y desde ahí tomar la opción de compartir mi vida con los últimos de la tierra. Se produce durante varios años, cuando estudiaba derecho en la Universidad Autónoma de Madrid. Poco a poco se van dando pasos
¿Se ha producido algún momento de debilidad, de arrepentimiento, en estos años que lleva trabajando en Sierra Leona? Muchos. Ha habido momentos de cansancio y de desesperación, de no entender lo que estaba haciendo, de no ver de qué servía el trabajo… Pero, al final, ves que vale la pena hacer lo que haces y que no estás allí para que la gente te dé las gracias. Hacer una opción de vida como ésta implica mucha soledad y muchos momentos de desánimo. Pero hay que poner las luces largas y ver lejos y entonces te das cuenta de que las cosas son distintas.
¿Cómo surgió la idea de utilizar el fútbol para la integración de los niños en la sociedad? Por casualidad, como surgen todas las grandes ideas. Empezó siendo una excusa para atraer a los niños y niñas y poder conocerlos y empezar a trabajar con ellos. Luego nos dimos cuenta de que el fútbol se estaba creando amistad entre los que habían sido enemigos durante la guerra y así se convirtió en un medio de paz y reconciliación. Costó mucho conseguirlo, porque al principio era un medio para que los antiguos enemigos sacasen a flote sus rencillas y deseos de venganza. Los entrenamientos no duraban más de cinco minutos. Pero con paciencia y hablando mucho con ellos, las cosas fueron cambiando.
¿Qué se siente al ver, por ejemplo, a un niño mutilado jugar al fútbol con otros compañeros que fueron rivales en la guerra? Alegría y rabia. Alegría por la reconciliación, rabia por lo absurdo de las guerras que no dejan de ser negocios promocionados por los más poderosos que se enriquecen con ellas mientras que los pobres, los últimos, son los que sufren las consecuencias.
¿Cómo os demuestran agradecimiento? Se crean relaciones afectivas muy fuertes con los chicos y chicas. A veces te dan las gracias regalándote algo de fruta o una gallina y otras dando tu nombre a su primer hijo. Pero más importante que todo eso es la amistad que se crea.
¿Qué tipo de relación tiene con las Fundaciones de los equipos de fútbol españolas? ¿Qué aportan? La única que realmente se ha implicado es la Fundación del Real Madrid. Ella patrocina nuestro programa de fútbol y ayuda a pagar becas de estudio y sueldo de profesores, además de aportar material deportivo. Y sobre todo, fue la artífice del momento de gloria más grande que se ha vivido en la selva de Tonko Limba, donde estamos llevando a cabo nuestro programa en la actualidad, la visita de Iker Casillas a la zona. Fue un apoyo fundamental y que hizo que muchos jóvenes se enganchasen al programa y así, ahora están estudiando en la escuela o en el centro de formación profesional.
¿Cómo pueden ayudar nuestros lectores? Creo que la mejor forma de ayudar es informarse y conocer lo que está pasando y por qué está pasando y participar en acciones para conseguir un mundo más justo para todos. Luego, en lo particular, pueden visitar nuestra página www.ongdyes.es y ver los proyectos que tenemos y colaborar con alguno de ellos. Necesitamos, sobre todo, personas que bequen a niños y niñas y que ayuden a pagar el sueldo de los maestros.
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